16 junio, 2011

Pedid

Evangelio según San Mateo 6,7-15. 
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

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¿Si Dios sabe bien qué es lo que nos conviene y lo que nos hace falta incluso antes de que lo pidamos, entonces para qué pedirlo? Pues si no se pide nada, ¿cómo decidiríamos sobre lo nuestro? Es como el niño que no tiene la posibilidad de pedir nada en la casa porque todo le llega según sus necesidades. Al final, este niño no sería más que un mimado consentido completamente incapaz de tomar decisiones sobre su vida, ya que la vida jamás le exigió esfuerzo alguno.
Así mismo es en nuestra vida, necesitamos enfrentarnos a los problemas y a las necesidades para pedirle a Dios que nos ayude y nos dé la fuerza y la sabiduría para enfrentarlos y adquirir criterio y convicción. Dios podría darnos todo lo que necesitamos de una manera "automática" pero Él prefiere que nos esforcemos y que pidamos.
Dios quiere que nosotros seamos partícipes de la salvación, que adquiramos cierto mérito, no porque sea necesario, sino porque así Dios lo ha dispuesto. El mérito está en pedir según el corazón de Dios. Esto nos obliga a pensar como Dios, a mirar las cosas desde el aspecto divino, a salirnos de esta coraza terrena y ponernos en el Pecho de Jesús para pensar según la caridad.
Dios quiere que seamos como la Inmaculada, es decir, entregados a su divina Voluntad y a su providencia, en total sumisión, ya que este es el mejor camino para descubrir la verdad. ¿Cómo que sumisión? ¿Entonces no podemos pensar y actuar según nuestros criterios? Claro que sí podemos, pero no debemos olvidar quién es Dios y quienes somos nosotros. Por nuestros propios medios no podremos alcanzar la verdad y el conocimiento de Dios, sino que erraremos constantemente. En cambio si escuchamos a Dios por medio de la oración, de la Iglesia, de la fe y de la caridad, llegaremos a puerto seguro, puerto de salvación, seremos como la Inmaculada.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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