13 junio, 2011

Viva el tiempo ordinario

Evangelio según San Mateo 5,38-42. 
Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

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Qué dicha  volver al Evangelio de Mateo... todo es más claro, más sencillo, menos oscuro, más "del pueblo". 
La caridad, ¿qué es la caridad? El sentido de la vida Cristiana está en la caridad. Pero ¿qué sabe el mundo de caridad? NADA. El mundo sabe de filantropía, de altruismo, de "obras benéficas", pero no conoce la caridad, porque ésta viene de Dios y el mundo no quiere a Dios.
La caridad es la materialización del Sacrificio Redentor de Nuestro Señor. La caridad es la "eucaristización de la persona", es la "crucifixión" del individuo, la caridad es la "resurrección" del hombre espiritual. La caridad de Dios es el camino para llegar a Dios. La caridad la conocemos en el auténtico amor, amor extremo, amor hasta que duela, amor incómodo, amor incondicional, cristiano. La caridad eleva nuestros corazones al cielo porque los hace semejantes al de Cristo, y es por esta caridad que llegaremos a la Santidad. No hay otro camino, sin caridad no hay santidad, sin caridad todo es falso, sin caridad no hay Dios.
Para vivir la caridad debemos mirar a Cristo y a la Inmaculada. Ellos nos enseñan el verdadero valor de la vida, la entrega por el otro, el "gastarse como cirios" por los demás. ¿Acaso esto no fue lo que hizo la Inmaculada todo el tiempo?
Madre Inmaculada, enciende mi pecho para que mi corazón lata en caridad auténtica, cristiana, divina. Dame un corazón de carne, arranca de mi pecho el corazón de piedra...
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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