25 marzo, 2010

Miércoles, San Juan 8,31-42

Jesús replica a los Fariseos el que ellos dicen seguir a Abrahan y no reconocen sus obras en Él. Pues no nos vamos tan lejos, nosotros los cristianos, los católicos, los marianos, los que queremos ¡ser santos!, no reconocemos los actos de María en nuestra vida sino que nos enfocamos en nuestros propios actos, y decimos estar con María Santísima pero quizá no le conocemos, como dijo el evangelista "estaba entre ellos y ello no le reconocieron".
Trecho falta para al menos agradarla. Triste sería que el único reflejo que demos de la Señora sea una imagen en nuestro bolsillo o una cadena de consagrado que pende del cuello..., eso es lindo, pero ajeno a nosotros si no reflejamos ello en nuestro rostro, nuestros actos, nuestra vida, todo. Es decir, lograr mostrar no un objeto sino un efecto, efecto de la vida consagrada al Amor.


Esteban Sánchez

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