26 marzo, 2010

Viernes 26 de marzo de 2010. Jn 10, 31

Jesús no cometió pecado. Jesús nunca obró mal, todas sus acciones fueron perfectas —material y espiritualmente—, sin embargo, los judíos querían apedrearlo.

¿Cuáles son las razones por las que también nosotros queremos apedrearlo? Nosotros queremos apedrear a Jesús cuando lo que hacemos atenta contra la verdad, la razón y la conciencia recta. Es más fácil apedrear a Jesús que reconocer nuestra maldad. Es más fácil apedrear a Jesús que salir del pecado.

Igual que en aquel tiempo, las obras de Dios en nuestra vida no son más que bondad y muestras de su amor eterno. Todo lo que acontece en esta vida no es otra cosa que la manifestación del amor de Dios —por dolorosas que sean o parezcan los acontecimientos de este mundo—. El amor de Dios se está manifestando allí en cada momento, sin embargo, allí estamos nosotros con la piedra en las manos, dispuestos a apedrear a Jesús, a lo cual Él nos responderá:

He hecho delante de ustedes muchas obras hermosas que procedían del Padre; ¿por cuál de ellas me quieres apedrear?

Y tú, ¿por cuál lo quieres apedrear?

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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