20 septiembre, 2011

Bienaventurada tú, María

Evangelio según San Lucas 8,19-21. 
Su madre y sus hermanos fueron a verlo, pero no pudieron acercarse a causa de la multitud.
Entonces le anunciaron a Jesús: "Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren verte".
Pero él les respondió: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la practican".

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María es doblemente Madre. Por una parte es madre de la persona de Cristo y por la otra es la mejor de las oyentes y practicantes de la Palabra de Dios. Tanto es así que la Inmaculada es el Templo de la Palabra de Dios, portadora de Ella. La Palabra se hizo carne en María.
Este pasaje se parece a aquel que dice: "dichosos los pechos que te amamantaron. Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican". Estos dos relatos nos indican que lo más importante es escuchar y practicar. Por ser familiar según la carne no se logra nada, puesto que todo el pueblo de Israel tenía algo que ver con Jesús. Todos los hijos de David eran parientes de Jesús y ¿fueron buenos?
Israel fue el pueblo elegido, pueblo primogénito de Dios ¿y eso les alcanzó la salvación? No, puesto que  muchos no la quisieron acoger... Entonces, dichosos más bien, los que escuchan el Mensaje de Salvación y lo practican, porque llegarán a la vida eterna.
Así pues, la Inmaculada es la más dichosa  de todas, a la cual las generaciones llamarán Bienaventurada, porque escuchó la Palabra y la puso en práctica.
Todo por Ella, nada sin Ella.

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