16 septiembre, 2011

Evangelio según San Lucas 8,1-3. 

Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
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El corazón humano ha sido creado y diseñado para amar. Sin el amor el corazón se marchita como una planta sin tierra, como una flor arrancada. Sin el amor y sin amar el corazón empieza a secarse poco a poco y comienza a perder su esencia, su chispa, su principal función que es amar. Es por eso que el corazón necesita estar bebiendo de las fuentes de la caridad constantemente.
Cuando un alma empieza a amar y descubre que puede amar, se transforma en una nueva creación. No porque algo haya cambiado, sino porque ha descubierto lo grande que puede ser. Es como si fuéramos peces de estanque que no crecemos porque estamos encerrados, pero si viviéramos en grandes lagos creceríamos mucho más.
Cuando el corazón recibe amor, cuando empieza a amar, brota de él vida, y esa vida rejuvenece, renueva, fortalece, alienta, actúa, ama. El corazón humano no resiste el amor, sucumbe ante el amor.
Esta es la razón por la cual el Buen Dios trata de seducirnos con Su Amor. Bien sabe Nuestro Señor que tarde o temprano nos dejamos vencer por la caridad.
¿Pero, qué tiene que ver esto con el evangelio de hoy? Pues que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer... porque cuando se juntan la pureza y el amor el corazón se multiplica y brota de él raudales de caridad. Por eso, el apóstol necesita que en el anuncio del Evangelio, en la predicación de la Buena Noticia del Reino de Dios, su corazón esté apoyado en sus compañeros, hermanos, amigos. No en el sentido de apegos terrenos o mundanos, sino en el sentido de la Comunión de los Santos, por la cual nos unimos místicamente en el Cuerpo de Cristo para beneficio de todos y mayor Gloria de Dios. 
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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