12 septiembre, 2011

En este evangelio no es el centurión quien se acerca primero al Señor, si no que manda primero a unos ancianos a que intercedan por el, tal ves no se sintió digno de estar en la presencia de tal hombre, tan grande, tan majestuoso, tan admirable, lo hermoso acá es que este hombre el centurión, dice después "no soy digno de que entres en mi casa" primero se abaja, se hace pequeño y sencillo ante la grandeza de tal hombre, que amor...
y después pide para si la gracias, en cambio nosotros que lo tenemos ahora también vivo realmente en la santa eucaristía no apreciamos el valor tan infinito que tiene estar en tal presencia, y no comprendemos que debemos decirle en cada momento de nuestra vida, Señor no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastara para sanarme, desde el inmaculado corazón de María llegaremos al corazón eucarístico de Jesús.

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