13 septiembre, 2011

Cuanto amor ante el dolor de la Madre

(Lc 7, 11-17) Hay un hecho que me llama la atención de este hermoso evangelio: A Jesús nadie le pidió que hiciera nada.
Normalmente leemos pasajes donde las personas angustiadas acuden a Jesús a pedirle algo y Él obra el milagro. En este caso basta con ver el sufrimiento de la madre. Madre que prefigura la situación de su propia Madre, nuestra amada María.

Esta escena tiene una madre que llora ante la muerte de su hijo y está junto al féretro cual María ante la Cruz. Jesús da consuelo a su corazón con la resurrección de su hijo preparando así aquel Inmaculado que explotará de amor al ver la tumba vacía en la mañana de aquel glorioso domingo.

Jesús entrega personalmente al muchacho a su madre con los ojos puestos en el calvario cuando entrega al discípulo amado a la Reina de Su Corazón.

Cuanto habrá significado el recuerdo de este momento clavado en la Cruz. Que grande es el corazón de una madre que "roba" un milagro de Jesús sin siquiera pedirlo.

Santísima Madre, que cada día te ame más! ¡Quiero ser el fuego de tu corazón Inmaculado!

No hay comentarios:

Search