07 septiembre, 2011

Evangelio según San Lucas 6,20-26. 
Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: "¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! 

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Ay de nosotros si no nos entregamos con todo el corazón y con toda el alma a la Inmaculada. Ay de nosotros si pretendemos llegar por nuestro propio camino a Jesús y no avanzamos por la senda perfectísima de María. Ay de nosotros si despreciamos tal oportunidad de glorificar a Jesús por medio de María.
Felices, bienaventurados quienes acuden a Jesús por medio de la Virgen. Felices los que ahora se consagran a Ella y la buscan con todo su corazón. Felices los que ahora acudís confiadamente a la Madre de Dios para que vele e interceda por nosotros ante su Hijo. Felices los que se consagran y abandonan en María, porque Ella es el camino más fácil, corto, perfecto, seguro para llegar a Jesús.
Felices los humildes de corazón que escuchando a la Iglesia, Madre y Maestra, ponen en práctica estas palabras.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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