08 agosto, 2011

Evangelio según San Mateo 17,22-27. 
Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres:
lo matarán y al tercer día resucitará". Y ellos quedaron muy apenados.
Al llegar a Cafarnaún, los cobradores del impuesto del Templo se acercaron a Pedro y le preguntaron: "¿El Maestro de ustedes no paga el impuesto?".
"Sí, lo paga", respondió. Cuando Pedro llegó a la casa, Jesús se adelantó a preguntarle: "¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes perciben los impuestos y las tasas los reyes de la tierra, de sus hijos o de los extraños?".
Y como Pedro respondió: "De los extraños", Jesús le dijo: "Eso quiere decir que los hijos están exentos.
Sin embargo, para no escandalizar a esta gente, ve al lago, echa el anzuelo, toma el primer pez que salga y ábrele la boca. Encontrarás en ella una moneda de plata: tómala, y paga por mí y por ti".

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Tengo entendido que el impuesto del que se habla en este evangelio es el que se debía pagar en el Templo por ser primogénitos (o algo así). ¿Por qué la moneda la encontró en la boca de un pez? definitivamente este evangelio me deja sin palabras, ¿qué puedo decir si no tengo ni idea de nada de esto? entonces apelaré al sentido espiritual...
¿Quieres que Dios se encargue de las cosas tuyas? bien, entonces encárgate de las cosas de Dios. Si eres como el pez que se deja atrapar por el Vicario de Cristo en la tierra, y anuncias el Evangelio con tus labios y con tus obras, por ese mismo anuncio del Reino de los cielos manará con abundancia lo que necesitas para vivir en este mundo. El pez somos nosotros, Pedro es la Iglesia, el agua es el mundo, la boca es el anuncio del Reino de los Cielos y la moneda es lo necesario para vivir. Así pues, quien vive cristianamente recibirá "la moneda", es decir, lo necesario para este mundo siempre y cuando su boca se abra para dejarse pescar por la Iglesia y para predicar el evangelio.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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