15 agosto, 2011

María: mi madre, tu madre.


Lunes, 15 de agosto de 2011. Lc 1, 39-56

Así como muchas mujeres que están embarazadas sienten fuertemente la presencia del Espíritu Santo y el niño salta en su vientre, así el niño que debe haber en nosotros debe estremecerse y saltar, alegrarse cuando habla con María, cuando ora, cuando piensa en Ella, cuando se siente hijo de María.

Si sentimos a María, si realmente tenemos vida de unión con nuestra Señora, nuestra oración debe ser como la de Isabel: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? »

Es decir, al vivir con María, debemos crecer en virtud, en humildad, debe ser una oración que alabe y reconozca las Maravillas que Dios ha hecho en la Virgen Asunta.

Madre Santísima, gracias por venir a mi vida, a mi casa, a mi familia, soy menos digna que Isabel y sin embargo tú te das del todo a mí, gracias mi Señora, gracias por tu presencia, gracias por el Amor, por darme a Jesús, porque me lo das a conocer, a amar, porque actúas con tu poderosísima intercesión en mi alma. Totus Tuus.

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