23 agosto, 2011

Evangelio según San Mateo 23,23-26. 
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

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¿Qué puedo decirte, Dios mío? sólo puedo decirte, buen Dios, ayúdame. Ayúdame a no ser un fariseo, a no actuar por los demás y aparentar, sino simplemente a amarte como un niño, a abandonarme como un pequeño en brazos de su madre. Señor, soy débil y perverso, ¡qué bueno poder ser como tú quieres que sea! ¡Qué bueno poder amar e imitar a la Inmaculada con todo mi corazón! ¡qué bueno poder vivir según tu Corazón!
¿Quieres que viva según tu Corazón? sólo te pido una cosa: a la Inmaculada. Con Ella, todo será fácil. Con Ella podré moldearme a tu imagen. Con Ella aprenderé a vivir castamente, con humildad y sencillez. Con la Madrecita podré vivir la pobreza y la obediencia, la dulzura angelical. Con Ella podré acercarme sinceramente a ti.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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