30 agosto, 2011


Martes, 30 de agosto de 2011. Lc 4, 31-37

El espíritu inmundo sale cuando Jesús estaba en la sinagoga predicando, por lo cual su predicación con autoridad, implicó que los demonios no resistieran, pues lo hacía con eficacia, con la unción, Él mismo es la unción, la gracia, y en consecuencia se sentían confrontados les tocó salir.

Nuestro Jesús nunca buscó que la gente quedara asombrada sino que buscaba la conversión, pero su Palabra es tan irresistible que la gente se quedaba admirada, estupefacta, aun los que no le aceptaban con Amor, debían reconocer su poder, su autoridad; los que hoy no aceptan a Jesús, deben reconocer su autoridad histórica y actual, deben sorprenderse que continúe obrando y siendo amado, buscado y hallado por muchísimas almas.

Madre, quiero que mis palabras sean las palabras de tu Hijo Santísimo, y para que sean sus palabras, quiero nacer de ti, aceptarte como la dispensadora de todas las gracias, como lo que eres, Madre de la Palabra Eterna y me uno totalmente a vos, Madre Queridísima. Amén

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