16 agosto, 2011

La riqueza de la Santidad en el Amor


Martes, 16 de agosto de 2011. Mt 19, 23-30

Si lo vemos como negocio, podremos afirmar: Quien es rico en la tierra, es decir, quien tiene toda su confianza y seguridades en los bienes temporales, NO será rico en el cielo; quien es rico en el reino de los cielos, también es rico en la tierra. Es mejor ser rico de Dios y de María, pues lo que es imposible para nosotros es posible para Dios.

Ahora bien, hay un detalle hermoso: Pedro pregunta qué les va a tocar a ellos que lo han dejado todo, es decir, primero lo dejaron todo y después de mucho tiempo vienen a preguntar qué les toca, su intención no era tener bienes, ellos seguían a Cristo por Amor, no por el cielo prometido o por el infierno temido, sino porque Él es Dios, así como muchos santos que sólo deseaban Amarle eternamente, así como nuestra Señora, que le amó sin importar sufrimientos y luchas, le amó fielmente, amaban al Dios de los consuelos y no los consuelos de Dios, le amaban desinteresadamente y el hecho de saber qué viene en el cielo y lo que implicaba para recibirlo, era una motivación a unirse más estrechamente a Dios.

Desear la santidad es querer vivir más unido a Dios, es desear amarle más dignamente, no es obtener bienes espirituales y materiales, no es obtener consuelos, es Amar, y esto nos lo enseña la sencilla, silenciosa y humilde María; por eso hoy con fe y confianza, recurrimos a ti dulce Madre para que sea más íntimo nuestro encuentro con Cristo. Amén.

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