Inicialmente vemos que son los discípulos quienes hablan e intercambian sus experiencias de fe, se reúnen para compartir lo que les ha sucedido, esta actitud ha persistido en los cristianos y ha sostenido la fe en el transcurso de la historia.
Sin embargo, no hay palabras suficientes para describir a plenitud el misterio de Dios, no hay palabras —como le sucedió a los apóstoles en este evangelio— para dirigirnos a Jesús cuando se nos presenta en medio, ¡es impactante! ¡Quedamos atónitos! y mientras escuchamos su voz profunda, viva, mientras vemos su mirada reluciente, las marcas en sus manos y pies, es imposible no conmoverse, no estar maravillados ni expresar la alegría.
Oh Jesús no hay palabras para tus enseñanzas, simplemente es perfecta tu revelación y tus designios para nosotros ¿Qué mas necesitamos para ir a anunciar? Pues lo tenemos todo, te hemos visto, te hemos vivido, realmente hemos experimentado tu pasión, hemos sentido dolor por nuestros pecados —aunque siempre nos deben doler—, hemos tenido arrepentimiento al verte crucificado, y frecuentemente recibimos tu perdón en el sacramento de la penitencia, gracias Señor por los dones y gracias para que podamos entender, porque todo lo que nos das es lo que necesitamos para evangelizar y para ser santos, ayúdanos Virgencita a poder corresponder a Dios y cumplir la misión que nos ha encomendado. Amén
Jessica Restrepo
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