Ellos le dijeron: "¿Qué signo haces para que al verlo creamos en ti?". Para ese momento Jesús había multiplicado los panes y había cruzado una parte del Mar de Galilea caminando y sin embargo seguían pidiendo más señales.
Como Jesús les había reprochado el hecho de que lo buscaran por darles de comer ellos argumentaron que "Moisés les había dado de comer maná" a lo que Jesús respondió que no fue Moisés sino Dios quien los alimentó.
Jesús es el verdadero pan del cielo porque se hace así mismo ofrenda, a sí mismo se inmola y así mismo se ofrece. Finalmente se da a nosotros bajo las Especies Eucarísticas.
El pan es aquel alimento que ha acompañado al mundo desde las culturas más antiguas. El pan es la unión de los granos de harina que al mezclarse forman una sola masa. Igual es la Iglesia: la unión de infinidad de personas que al unirse gracias a la acción del agua del bautismo forman un solo cuerpo.
El verdadero pan de vida alimenta el cuerpo y el alma. Quién lo come no tiene más hambre ni tiene más sed. No estoy hablando de hambre y sed corporales sino espirituales, sin embargo, de la misma forma que una pareja de esposos consuman su matrimonio con un solo acto conyugal, el hambre y la sed espiritual se ver saciados en una sola comunión; sin embargo, pueden actualizar cuantas veces quiera su amor por medio de nuevos actos conyugales. Nosotros también comulgamos constantemente el Cuerpo y la Sangre porque sin tener hambre tenemos más hambre de él y menos hambre de todo lo demás.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
Gabriel López
1 comentario:
Excelente! Gracias, específicamente me parece muy acertado: "sin tener hambre tenemos más hambre de él y menos hambre de todo lo demás"
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