13 abril, 2010

Martes 13 de abril de 2010. Jn 3, 7-15

Sorprendente. En este pasaje Jesús habla en plural: «En verdad te digo que nosotros hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio» ¿A quién se está refiriendo? ¿A él y sus apóstoles? ¿a los bautizados? ¿a la Trinidad?

«Si ustedes no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra ¿cómo van a creer si les hablo de cosas del Cielo?» dice Jesús.

¿Cómo vamos a creer en lo que no vemos si no creemos en lo que vemos? ¿y qué vemos? Vemos a la Iglesia, Esposa del Cordero, vemos los Sacramentos, vemos la obra de Dios esparcida por todo el mundo. Vemos hombres y mujeres entregados por el Evangelio. Vemos… hermanos necesitados de Dios y, finalmente, vemos la obra que Dios ha realizado en nosotros.

Sin embargo es como si no viéramos, porque seguimos estancados en nuestra vida espiritual. Pasan los meses y seguimos privados de los misterios divinos por nuestra falta de fe. ¿Acaso la pregunta de Jesús a Nicodemo no es también para nosotros? «Tú eres maestro en Israel, y ¿no sabes estas cosas?».

El problema está en la soberbia. Dice San Agustín: «¿Y qué creemos? ¿que el Señor quiso insultar a ese maestro de Israel? Quería en realidad que naciese del Espíritu, porque ninguno nace del Espíritu si no es humilde, en atención a que la humildad es la que nos hace nacer del Espíritu. Mas Nicodemo, enorgullecido con su magisterio, se creía a sí mismo persona de importancia porque era doctor de los judíos. Mas el Señor le hace bajar de su soberbia para que pueda nacer del Espíritu.».

Gracias Señor por tu paciencia; porque al igual que en el caso de Nicodemo no desesperas al encontrar un alma cerrada a las cosas del cielo, sino que, al contrario, tienes más paciencia y vuelves a explicar tus misterios. Gracias por María y por la Eucaristía.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

No hay comentarios:

Search