Viernes, San Juan 21,1-14 (09 de Abril)
Ya los discípulos han visto en dos ocasiones al Señor sin reconocerle, sin saber quién es, ahora es la tercera y el Señor, el mismo de antes, les habla, comparte con ellos, come con ellos y aún no le reconocen.
Y me sigo preguntando porqué, porqué no le reconocen, qué pasa que no le reconocen. Interactúa con ellos y nadie le ve, tienen sospecha, pero es eso, una sospecha. Empero, Juan, el discípulo amado, el que estuvo con Él en toda la pasión, en la cruz, en la resurrección, en su corazón, en su amor, es el único que le reconoce de entre los discípulos. Será que Juan le ve no con los ojos de la carne sino con los ojos del espíritu, con los ojos del amor que es su Amor. Pero porqué Juan si sabe quién es, no nos referencia el evangelista que se haya mostrado animoso en su cuerpo. Quizá por que Juan al igual que la Reina del Cielo, lo guardo en su corazón y sólo hubo cabida al dialogo de Amor, que inexpresable es, un dialogo que no da cabida a la explicación, no por egoísmo sino por ser inexpresable. Se dirá aquí como se cita: “aquí toda lengua enmudesca”.
Esteban Sánchez
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