¡Qué privilegio el de María Magdalena! Jesús le expulsa siete demonios y tiene el honor de ser reconocida —por San Marcos— como la primera que se le aparece el Resucitado al amanecer, no duda en reconocerlo vivo ¡gran enseñanza! ¡ama mas quien ha sido muy perdonado!, ésta mujer no se quedó llorando, no se quedó ahogada en sus pecados pasados, recibió el perdón y se sintió perdonada, tanto, como para ir a anunciar hasta a los mismos discípulos, quienes no creyeron inicialmente, María no tenía respeto humano, sólo era movida por el amor y la verdad, ¿Quién de nosotros se atrevería a hablarle y a predicarle al mismo San Pedro, a Santiago o a San Juan? En realidad, a ejemplo de San Francisco de Asís, debemos empezar a reparar nuestra casa, a trasmitir el amor, a motivar —desde la caridad— el celo de los sacerdotes, a expresarles que Cristo sigue vivo, que está rescatando, sanando y liberando, que todavía se producen conversiones, debemos hacerlo aún con el riesgo de que no nos crean, pero con la certeza que después el Señor les confirmará lo que les hemos trasmitido.
Amado Jesús, hemos visto en estos días que quienes te obedecen siempre ven tus maravillas, como Pedro y los demás discípulos que se atrevieron a echar las redes y éstas llegaron a estar rebosantes de peces, ayúdanos, por intercesión de la iglesia misionera, a cumplir tu mandato: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”, que seamos capaces de anunciarte a toda la creación, y en la naturaleza veamos tus palabras, la pedagogía de tu amor, que descubramos en cada flor, en el sol, en la luna, en el niño, en el anciano, en el pobre, en todos los seres vivos, que Tu Vives, que cumpliendo nuestra misión de anunciar y de proclamar la Buena Nueva muchos crean por tu gracia, así nosotros no veamos los frutos inmediatamente. Amén.
Todos los santos y santas del cielo, Rogad por nosotros.
Jessica Restrepo
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