Aparentemente Jesús cambia de tema a Nicodemo cuando éste hace su profesión de fe, pero en realidad lo que Nuestro Señor estaba haciendo era confirmarle que el hecho mirar con los ojos de la fe, el ver las maravillas de Dios, el aprender a ver los misterios eternos, es fruto de la vida del Espíritu en nosotros.
Pero, ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? Jesús le contestó: “Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”, es hermoso como este fariseo expresa que para nacer es necesario haber estado concebido, ante lo cual Jesús contesta con el nacimiento por el Agua y Espíritu, que nos hace dignos miembros del Reino de Dios, ¿Cuál seria la concepción antes de este nacimiento? Pues la misma preparación para el bautismo, el don dado por Dios, trasmitido y aceptado por nuestros padres, el regalo tan hermoso de la fe.
Amado Jesús, hoy hemos confirmado y renovado nuestros compromisos bautismales, hemos experimentado el estado de gracia, la vida tuya en nuestras almas y verdaderamente es extraordinario saber que podemos ser dirigidos por Ti, que soplas en nuestra vida como viento que acaricia y nos mueve, que aunque no conozcamos el futuro, si sabemos que en tus brazos estamos seguros, nos llevaras por sendas de amor, de justicia y de santidad.
Sólo Dios basta.
Jessica Restrepo Sepúlveda.
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