19 abril, 2010

Lunes 19 de abril de 2010. Jn 6, 22-29 (GL)

Dice Jesús: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.». Tenemos que mirar en clave de eternidad. El mundo de hoy nos pide «vivir el hoy», disfrutar cada momento y cada instante; dar gusto al cuerpo y hacer aquello que nos «hace felices». Pero el mundo de hoy no ve en clave de eternidad. El mundo de hoy no ve más allá de la muerte, y por lo tanto, sólo tiene sentido esta vida. De allí que las personas cada vez más se preocupen por lo material y dejen a un lado lo espiritual o, por el contrario, sean cada vez más espirituales, siempre y cuando esa vivencia les lleve a tener una mejor estabilidad material-temporal.

La clave para encontrarle un verdadero sentido a la vida está en las palabras del Papa: «hoy tenemos miedo de hablar de la vida eterna. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida».

Además añade «debemos tener la valentía, la alegría, la gran esperanza de que la vida eterna existe, que es la verdadera vida y que de esta verdadera vida viene la luz que ilumina también este mundo.». Si tenemos la esperanza de la vida eterna podremos ver y entender los "signos" que Jesús nos muestra y no quedarnos solo en «buscarlo porque hemos comido pan».

María sí vivió siempre en clave de eternidad. María supo perfectamente que esta vida es un medio para alcanzar a Dios y no un fin. —¡Alcánzanos la gracia de actuar siempre con miras a la vida eterna!—.

Dice al respecto de este evangelio San Juan Crisóstomo:

«No SIEMPRE resultan útiles la clemencia y la suavidad, sino que a veces el Maestro necesita usar un lenguaje más punzante. Cuando el discípulo es perezoso y rudo, hay que echar mano del aguijón para que despierte de semejante gran desidia. Con frecuencia, en este pasaje y en otros, lo hizo el Hijo de Dios. Como se le acercaran las turbas y lo adularan y le dijeran: Maestro ¿cuándo viniste acá?, El para demostrar que desprecia los honores mundanos, y solamente busca la salvación de aquellos hombres, les responde un tanto ásperamente no sólo para corregirlos, sino también para revelar sus pensamientos y ponerlos de manifiesto.».

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

1 comentario:

Esteban Sánchez dijo...

Es verdad, buscamos lo material esperando encontrar algo de luz allí, de pronto la hay, pero no la vemos porque no brilla, o mejor dicho nos falta brillar bastante, es por eso que hay beses que no nos encontramos aún ni a nosotros mismos. Sí, nos falta brillar aún más. Y medio eficaz es María Santísima que posee dicha luz además de San José que custodia y protege ésta luz que podría ser nuestra luz.

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