Nuevamente Cristo hace un juego de palabras en donde quien lee se queda fuera o dentro de ellas. No hay ambigüedad o cosa alguna que no se entienda, todas las cartas las ha dado a conocer y sobre la mesa están, y casi podría decirse que quien no gane el juego es un tonto de primera, pues las cartas las conoció, tuvo ayuda extra sin hacer trampa y más de un haz tuvo bajo su manga quien jugo y perdió. Así pues no hagamos el papel del tonto incauto que necio y obstinado es, creyendo que juego de niños a lo mejor es y la partida del mazo de cartas ni propicia fue y quizá el turno nuestro a este juego aún no fue.
La vida un juego no es, pero menester sí ha de ser el conocer las reglas del que un juego parece ser, luego, Dios propone y tu dispones. Y a modo de aclaración el juego Dios no es, pero tu vida sí que lo es.
Esteban Sánchez.
Bendiciones.
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