13 julio, 2010

Evangelio según San Mateo, 11, 20 al 24

Parecen duras todas estas palabras que Jesús nos expresa hoy, pero en realidad no lo son. Su misericordia para nosotros, privilegiados de tener la plenitud de la revelación parece no ser suficiente y aún así, escuchando su voz no volvemos nuestro corazón hacia Él, que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Ante los demás hemos tenido la gracia de estar a su lado, ver cada milagro, cada prodigio y escuchar su hermosa voz de Padre amoroso y teniéndolo tan cerca nos hemos ido alejando, pues ya nada nos sorprende de Él y por ello buscamos cosas nuevas, efímeras, que nos llevan a darle la espalda, preferimos una alegría momentánea que la eterna felicidad, preferimos vivir para morir que morir para vivir, preferimos elevarnos para luego caer y no caer para ser después por Él enaltecidos.

Así como a Cafarnaúm y Betsaida algún día seremos juzgados por aquél que un día nos dejó de asombrar y buscando sentir más que creer caeremos como aves que pudiendo volar muy alto pero se quedaron en el suelo.

Madre, imploramos tu compañía para saber acoger de Dios todo lo que Él nos regala cada día y así sinceramente recibirlo en nuestros corazones. Amén

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