Nuevamente María guardaba todas las cosas en su corazón y las iba meditando lentamente. El interior de María era como una cantera o una mina de piedras preciosas porque siempre iba sacando grandes tesoros. La oración de María se caracterizó por ser muy profunda y por vivir en todo momento en la presencia de Dios. María siempre miraba hacia el interior y encontraba allí los tesoros divinos, no sólo porque allí sostuvo al que no pueden contener los cielos, sino porque todas las cosas que iban sucediendo las iba guardando para meditarles lenta pero seguramente.
Guardar todas las cosas en el corazón significa asimilarlas lentamente. Allí en su interior María iba comprobando cómo todas las promesas y profecías se iban cumpliendo. En realidad no sé si ella estaba consciente de todo lo que estaba pasando, sin embargo sé que todo lo estaba meditando.
Ahora bien, ¿yo estoy guardando en mi corazón las cosas para luego meditarlas en mi interior? No, y por esta razón muchas veces la oración es vacía, sosa, porque no hay nada en mi interior para meditar. Soy como un recipiente que está roto en el fondo y nunca almacena nada.
Mirando a la Inmaculada aprendemos a orar, a ahorrar para la vida espiritual, a amar a Jesús. ¿Cómo no imitarla siempre y en todo?
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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