Jesús se pone triste y recrimina a las ciudades en donde ha hecho tantos Milagros, pues estas ciudades no se han convertido, sabemos que Él nos llama a una conversión radical de nuestra vida, esta recriminación nos cae a nosotros mismos pues tenemos su revelación Divina, hemos visto y hemos experimentado su misericordia en nuestras vidas y así todavía nos falta entrega al Señor de los Señores.
Muchas veces creemos que con un milagro se convertirían todos pero ya el Señor mismo nos muestra que no es así, es más, es tal la necedad del hombre que oscurece su inteligencia y no ve al Señor mismo, pues fue el mismo Cristo, la divina persona quien predicó, quien anduvo por los pueblos haciendo milagros, sanando, curando, limpiando, expulsando demonios pero sin embargo el pueblo se nubla, el entendimiento se deja oscurecer por la ignorancia que no ve a quien es el que rechaza.
Es importante entender esto para pedir a Dios que destruya las barreras de los corazones, que el mundo pueda ver a Cristo con ojos espirituales para que vean la magnitud de lo que es la persona de Cristo. El mundo sigue con un sin sentido alejándose de Cristo y cada día son más los espíritus inmundos que hacen caer a las personas, que los roban de sus bienes espirituales y causan un cáncer en sus almas. ¿Cuál será el remedio? La respuesta es la santidad de los que quieran seguir a Cristo para que de ese modo sean luz ante la oscuridad de los que no lo conocen.
Oh virgen Inmaculada enséñanos a Cristo, muéstranos la segunda persona de la trinidad santísima para que entendamos que Él es Dios, para que entendamos la magnitud de su amor para con nosotros.
¡A ti madre querida, enséñanos a amar!
"Ad Maiorem Dei Gloriam per Mariam"
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