Felices los que han creído sin ver. Creer viendo no es creer sino comprobar y Dios no nos pide comprobaciones sino fe.
Jesús nos invita a creer sin ver, a tener una fe pura, como la de María. Casi que podríamos decir que este evangelio es un evangelio Mariano por excelencia porque hace referencia inmediata a la fe ciega, a la fe perfecta y pura, a la fe de la Madre de Dios.
María creyó sin ver, sin sentir, sin tener más pruebas que la misma oscuridad en la que se encontraba cuando el ángel la desconcertó con su anuncio.
Gracias Tomás por enseñarme la fe de María.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
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