“Mujer, ¿por qué lloras?” es la pregunta de los ángeles y de Jesús, esto me lleva a pensar en la dignidad de mujer que ya le había sido devuelta a María Magdalena, ella amaba al Señor, tanto que fue de madrugada al sepulcro, tanto que estaba llorando porque no lo tenía, sin embargo, habla con Jesús y no lo reconoce, tan solo cuando escucha de sus dulces labios su nombre: “¡María!”.
Oh mi Jesús! También me has vuelto la dignidad de ser tu hija, he iniciado un proceso de conversión, pero aun hablo contigo y no te reconozco lo suficientemente vivo en el Santísimo Sacramento, en mi prójimo, en las circunstancias en que me desenvuelvo; no quiero cansarme de buscarte, de sentirme necesitada, de querer anunciarte, de saber que me amas y me llamas por mi nombre.
Santísima Virgen compárteme tu fe viva, tu amor y confianza plena en Jesús, permíteme hacer nueva la experiencia de Dios en mi vida todos los días de mi existencia. Amén.
Jessica Restrepo S.
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