“Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría.”
Definitivamente este evangelio habla de la purificación de la Iglesia, del Sentido Cristiano de la esperanza en Jesús, de la Resurrección de la carne; seguramente no entendamos como los discípulos, pero es evidente que hay sucesos que nos ayudan a creer y confiar en sus divinas palabras y prodigios.
Muchos viven “alegres”, sumergidos en sus leyes, ensimismados en el relativismo moral, sin embargo, hoy Dios nos pregunta y nos exhorta por medio de María, Nuestra Señora de Fátima, a que tengamos celo y amor por las almas, a que oremos, vivamos los sacramentos, a que nos mortifiquemos por la salvación de muchos, así la tristeza se convertirá en alegría, porque no hay alegría mas grande que amar, que dejarse amar por Dios.
Nuestra Señora de Fátima, rogad por nosotros y danos la sencillez de Jacinta para exclamar: “Me gusta tanto decir que a Jesús lo amo”.
Jessica Restrepo
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