12 mayo, 2010

Miércoles 12 de mayo de 2010. Jn 16, 12-15 GL

El Espíritu Santo tiene como función guiarnos por los caminos de la verdad; entonces ¿por qué erramos? Por no escuchar el Espíritu de la Verdad. ¿Cómo escucharlo? Eh ahí el problema. Para escuchar al Espíritu Santo son necesarias dos cosas: querer escucharlo y estar en gracia de Dios.

Si no queremos escuchar a alguien, no importa cuánto nos hable, no importa cuánto se detenga a explicarnos algo porque nada se quedará. Es como cuando un niño está entretenido escuchando algún programa de televisión y su madre le explica cómo hacer una tarea. El niño no atenderá a su mamá a no ser que el programa acabe. Si no queremos escuchar al Espíritu Santo Él no podrá actuar perfectamente en nuestros corazones y no podrá guiarnos por el camino de la verdad. Esta es la razón por la que erramos en nuestras decisiones.

¿Cómo corregir esto? Atendiendo al Señor, enderezando nuestra intención en todo momento, imitando a la Inmaculada. María siempre estaba atenta a escuchar al Espíritu Santo. María siempre estaba en silencio interior, Ella no se cansaba de luchar, de orar, de amar. Siempre se alimentaba de la oración y estaba sedienta de Dios. No permitía que las distracciones del mundo y las "dulzuras" del mundo la sedujeran.

Madre Inmaculada, ayúdanos a fijar nuestra mirada en Dios, a poner nuestro corazón en las cosas del cielo y desechar todas las banalidades de este mundo.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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