26 mayo, 2010

Miércoles 26 de mayo de 2010. Mc 10, 32 GL

Jesús les hablaba a los discípulos de todo lo que iba a acontecerle y cómo al final resucitaría, pero ¿qué pasó? Pasó que nadie le entendió. Parece ser que las palabras de Jesús llegaron a sus oídos pero no entraron en ellos porque la propuesta de los hijos de Zebedeo estaba completamente fuera de contexto.

¿Qué estaba pasando por la mente de aquellos hombres? Seguramente estaban pensando que el reino de Jesús iba a ser un reino de liberación de la opresión de los romanos y que iba a estar sentado en un trono. Es por esta razón que ambos piden sentarse a su izquierda y a su derecha. En realidad no entendían nada de lo que Jesús les estaba diciendo.

¿De qué me está hablando Jesús a mí? ¿Será que estoy entendiendo las palabras del Señor o las estoy acomodando a mi antojo? Jesús me habla de vida eterna, de caridad, de entrega y humildad, ¿será que estoy entendiendo eso, o por el contrario creo que Jesús es vida buena, cómoda, fácil?

Parece que el lenguaje de Jesús es un lenguaje diferente a la mía ¿qué puedo hacer? Siempre que me encuentro frente a una lengua desconocida es necesario tener un intermediario que maneje las dos lenguas, la mía y la del otro; de esta manera podré entender el mensaje que me quieren decir. Entonces, ¿cómo hablar con Jesús si las palabras que me dice no las entiendo? Pues tengo que recurrir a María. María habla las "dos lenguas" y me puede ayudar a entender qué es lo que me quiere decir Jesús.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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