10 mayo, 2010

Lunes 10 de mayo de 2010. Jn 15, 26-27; 16, 4 GJ

Ya estamos en el tiempo en el que cualquiera que mate a los hijos de Dios piensa que está sirviendo a Dios. ¡Hasta nosotros mismos lo hacemos! Matamos a los hijos de Dios cuando criticamos a los demás y pensamos que sólo se puede servir a Dios de la manera como lo hacemos nosotros. Por eso son tan sabias las palabras de San José María Escrivá: "Nunca apaguéis una lámpara que se enciende en el nombre de Cristo, porque si no tiene aceite se apagará sola".

Este problema de creer que se le hace favores a Dios al perseguir a los que piensan diferente es un problema que siempre ha existido en la humanidad. La raíz del problema no es la religión, ni la poca tolerancia, sino más bien la falta de confianza. Desconfiamos de Dios y creemos que él "no puede defenderse" por sí mismo. Pensamos que Dios necesita que andemos por el mundo aplastando a los que "están mal".

Pobre Dios, ahora resulta que nosotros somos sus defensores…

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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