28 mayo, 2010

Viernes, 28 de mayo de 2010. Marcos 11,11-26 JR

Pedro se sorprende al ver que Jesús maldice la higuera y ésta se seca, de ahí recibe la enseñanza sobre fortalecimiento de la fe y el poder de la oración, pero hay una aclaración que el Señor hace —supongo la hizo porque Pedro pensaba en maldecir— “cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas".

Muchas veces cuando alguien nos ofende no nos provocaría perdonar sino maldecir, por lo tanto, el Señor enseña el Amor, el mirar que nosotros también tenemos faltas y cuando nos reconocemos necesitados del perdón podremos, en consecuencia, perdonar también.

Pero, ¿Por qué va al templo y expulsa a los cambistas y vendedores? ¿Porque Jesús maldice la Higuera?
En primer lugar es necesario reconocer la misericordia de Dios y la Divina justicia, no podemos olvidar que ya Jesús había estado en el templo y había visto el mismo comportamiento, es decir, su actitud no fue un acto impulsivo, fue consecuencia del celo por el templo, de ver la frecuencia actos que se hacían allí, fue misericordia haberles recodado el sentido de aquel sagrado lugar, y a veces hay que hacerlo con fuerza, con la radicalidad de la Doctrina de Jesús.

En cuanto a la higuera voy a citar de una Homilía de Fr. Nelson Medina, O.P “la enseñanza se refiere a la esterilidad, como lo muestran los hechos que siguen. La religión del templo, a pesar de todas sus protestas de fidelidad a la ley, es esteril y como tal está condenada a secarse y consumirse” Y la reflexión de P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d es: “Jesús maldice una higuera que no tiene fruto «porque no era tiempo de higos» (Mc 11, 13). Puede parecernos un gesto caprichoso, a no ser que lo leamos en su contexto: es un gesto profético en relación con la purificación del Templo. Por eso las narraciones se mezclan. El pueblo de Israel ha sido comparado muchas veces en el A. T. con una higuera, un plantel, una vid. Dios es el labrador que la cuida esperando sus frutos, «pero no encontró más que hojas» (Mc 11, 13). Éste es el momento definitivo y ya no se puede prolongar la espera. Al realizar la maldición de la higuera estéril antes de purificar el Templo, y en relación con ello, se nos dice que el culto que en aquél se ofrece es pura hojarasca inútil, porque no produce frutos de conversión, y que ha de ser renovado.”

En definitiva podemos concluir que aquella higuera parecía tener fruto, pero solo tenía señales externas (hojas) y realmente no era valioso para los que viajaban, ni siquiera tenia los signos de que nacerían los higos, cuando ya los debería tener junto con las hojas.

¿Qué será de nosotros? ¿Estaremos dando fruto? ¿se estarán perdiendo? ¿Nuestras obras de celo son solo apariencia?

Santísima Virgen ayúdanos a tener profunda vida interior, a tener una verdadera humildad y confianza en Dios, para que a ejemplo tuyo cumplamos la misión que Dios nos ha encomendado, para que nos regales abundantes frutos de conversión verdadera. Amén

Jessica Restrepo S.

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