21 noviembre, 2010

Domingo, 21 de noviembre de 2010. Lc 23, 35-43

«El otro lo reprendió diciéndole: «Sufriendo la misma pena que él ¿no tienes temor de Dios? Nosotros la sufrimos justamente, porque recibimos el castigo merecido, pero él no ha hecho nada malo.»

La respuesta de este malhechor bueno descubre la contrición de su corazón, lo que le dijo a Jesús fue diferente de lo que le habían dichos los jefes judíos, los guardias y el otro ladrón, pues Dimas defendió al Señor, comprendió que merecía justicia por sus obras pero también suplicó misericordia, por eso mereció que todo un Dios le respondiera.

El Señor no se resiste a un corazón contrito y humillado, tanto, que a pesar de su dolor saco fuerzas para decir: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.» porque no deja de mirar con amor, de expresarnos que nos ama y que nos devuelve la dignidad, nos da la salvación.

Nuestra oración humilde conmueve a Dios que no espera para responder, para expresar su amor, para amarnos. Madre querida, mueve nuestro corazón para mirar al Crucificado, al amor de los amores, a nuestro salvador, a nuestro Rey, que verdaderamente sea el Señor de nuestros pensamientos, sentimientos, afectos, decisiones, en todas las áreas de nuestra vida. Amén

¡VIVA CRISTO REY Y LA VIRGENCITA DE GUADALUPE!

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