02 noviembre, 2010

La muerte


Podríamos reflexionar hoy un poco acerca del sentido cristiano de la muerte. Y es que para el no creyente la muerte es el fin de todo, la muerte pone fin a toda su realidad y no hay esperanza de una vida eterna (el fiasco que se van a llevar cuando se mueran). Pero para el creyente la muerte es el momento que definirá su eternidad.

Para el bueno cristiano la muerte es entrar a la vida, para el creyente la muerte es el encuentro con el amado, es el tal vez el momento más esperado de su vida porque por fin va a vivir eternamente con Jesús y María. Y es precisamente este momento el que le da sentido a toda su existencia, y el que lo motiva a vivir como un buen cristiano. Así pues la tarea del cristiano es prolongar la vida de Dios en la tierra y esto lo logramos cuando amamos, cuando perdonamos, cuando respetamos, cuando somos justos, cuando se hace el bien; porque Dios es amor, porque no se impone, porque nunca discrimina, porque Dios es el sumo bien. Así pues debemos de vivir con plenitud nuestro presente amando con verdadero amor, porque todo lo que hagamos a los más pequeños a Cristo mismo lo hacemos.

Hoy es importante revisar nuestra coherencia de vida, que no nos quedemos en personas que simplemente “rezan” sino que nuestra oración este dando frutos en nuestra vida, y si no los está dando, probablemente no estamos orando o lo estamos haciendo mal.

Madre de misericordia te damos gracias por haber puesto tus ojos en nosotros y porque sentimos tu permanente protección, pero también te queremos pedir perdón porque no nos hemos esforzado por prolongar la vida de Dios en la tierra de una manera perfecta. Ayúdanos mamá a amar a nuestros hermanos con el amor que tú nos das.

En el corazón de mi Madre, la Iglesia... ¡Yo quiero ser el AMOR!

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