12 noviembre, 2010

Viernes 12 de noviembre de 2010.

Evangelio según San Lucas 17,26-37.
En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;
de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: "¿Dónde sucederá esto, Señor?". Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".

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¿Qué debemos hacer ante esta lectura del evangelio? Nada, porque se supone que estamos preparados para cualquier acontecimiento, bien sea porque llegue la hora de nuestra muerte o la segunda venida de Nuestro Señor.

Ahora bien, ¿sí estamos preparados? ¿No?... entonces sí hay que hacer algo.

« La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos». ¿Acaso esto no era completamente normal? La gente siempre tiene que comer y beber porque de lo contrario muere. La gente se casa porque es necesario para la supervivencia de las naciones, entonces… ¿por qué murieron aquellas personas cuando llegó el diluvio? Porque comían, bebían y se casaban, no como un medio para llegar a Dios, sino como un fin mismo y seguramente se habían olvidado de Él.

Es necesario comer, beber y casarse en la voluntad de Dios. Es necesario que todas nuestras acciones estén impregnadas de la oración y del amor a Dios, no sea que olvidemos quiénes somos y por qué estamos aquí.

Bien lo dice el Papa Benedicto XVI en su carta a los seminaristas:

« queridos amigos, es tan importante que aprendáis a vivir en contacto permanente con Dios. Cuando el Señor dice: "Orad en todo momento", lógicamente no nos está pidiendo que recitemos continuamente oraciones, sino que nunca perdamos el trato interior con Dios. Ejercitarse en este trato es el sentido de nuestra oración. Por esto es importante que el día se inicie y concluya con la oración. Que escuchemos a Dios en la lectura de la Escritura. Que le contemos nuestros deseos y esperanzas, nuestras alegrías y sufrimientos, nuestros errores y nuestra gratitud por todo lo bueno y bello, y que de esta manera esté siempre ante nuestros ojos como punto de referencia en nuestra vida. Así nos hacemos más sensibles a nuestros errores y aprendemos a esforzarnos por mejorar; pero, además, nos hacemos más sensibles a todo lo hermoso y bueno que recibimos cada día como si fuera algo obvio, y crece nuestra gratitud. Y con la gratitud aumenta la alegría porque Dios está cerca de nosotros y podemos servirlo»

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

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