13 noviembre, 2010

Sábado, 13 de noviembre de 2010. Lc 18, 1-8

El hombre de este pasaje pensó que la viuda le podía acabar pegándole en la cara, pensaba así quizás porque eso haría en la posición de la mujer, porque su injusticia le permite atreverse hasta allá, por lo cual hizo el favor, lo justo, solo por salir bien librado.

La mujer actuó con insistencia y humildad, considerando que por sus propias fuerzas no podría hacer justicia, ella no pensó ni exigió al juez, mucho menos le agredió, su intención era conmover tal corazón.

Debemos cuidar siempre la intención de nuestra oración, para no caer en pensar lo del juez injusto, buscar exigirle a Dios, antevernos a agredirle con nuestra oración, seguramente el Señor no nos ve así, pero si queremos tener fruto en nuestro diálogo debemos fundirnos en el corazón, en la Voluntad de Dios, a imagen de la B.V. María.

Mamá, maestra de la oración, enséñanos a orar, a pedir, a hablar, a escuchar a Dios, que el pueda encontrar fe y humildad en nuestro corazón cada vez que lo busquemos, cada vez que Él nos mire, cada vez que Él nos hable.

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