16 noviembre, 2010

Martes, 16 de noviembre de 2010. Lc 19, 1-10

Zaqueo era rico, jefe de publicanos, lo tenía aparentemente “todo”, pero ¿Por qué quería ver a Jesús? Porque descubrió que todo lo que poseía no lo llenaba, que tenía un vacío, que la alegría de los discípulos era cautivadora, la cual le inquietaba, le antojaba, quería tener esta verdadera riqueza: JESÚS

Aunque en nuestra vida espiritual, por gracia, hayamos adquirido algunos hábitos, necesitamos buscar del Señor en todo momento, buscarle como zaqueo, elevarnos en el árbol de la oración, alegrarnos cuando lo recibamos en nuestra casa, cuando le comulguemos, y en consecuencia, debemos desapegarnos de nuestros bienes, incluso los espirituales, pues ¿acaso ya no nos apegamos? ¿Acaso estos también no los hemos recibido? Claro que sí, entonces, la maravilla, el tesoro de Dios que tenemos debemos cuidarlo, pero también trasmitirlo, como lo hizo la Virgen María. Ella que llevó a Jesús a donde Isabel, a Juan y también a nosotros.

Santísima Madre, enséñame a negarme, a ser generosa, pero con una caridad alegre, sincera y recta, que me lleve a comprender que mientras mas amor brinde, mas amor recibo del Señor y mientras mas amada me sienta de Dios, mas amor tengo que trasmitir. Amén.

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