10 abril, 2011

"Tu hermano resucitará".



Estamos finalizando con este domingo de cuaresma y nos preparamos a vivir la pascua del Señor, y que mejor texto para meditar, que el de la resurrección de lázaro, donde existen una serie de elementos muy interesantes donde podemos medir el kilometraje de nuestra fe.

Lo más sorprendente de este pasaje bíblico es el triunfo y la victoria de Dios sobre la muerte, nuestro Dios tiene poder sobre todo e incluso sobre nuestra vida.
El hombre puede realizar grandes inventos y avanzar en la ciencia y en la tecnología, pero su vida es finita, es un soplo, no tiene poder sobre la muerte, ningún invento ha podido resucitar a alguien. Solo Cristo lo pudo hacer.
Cada palabra y acción del Señor va acompañada por la fuerza del espíritu santo, quien lo va conduciendo en la certeza y la confianza en el Padre, el Padre es su razón de ser y existir, ambos son una sola voluntad , un solo corazón, junto con el espíritu santo.

Jesús va en busca de su amigo lázaro, donde ya lleva cuatro días de muerto, anima a sus discípulos, a marta y a María, sin embargo a pesar de que ellos han estado tan cerca de Jesús, dudan y cuestionan lo que él va a realizar. Jesús llora por su amigo, lo cual nos muestra la condición humana de nuestro Dios; él mismo hace una súplica al Padre, la cual es concedida, por lo tanto da la orden de remover la piedra a unos hombres que se encontraban allí, y llama con autoridad a Lázaro y Lázaro sale de la tumba; ante tal hecho maravilloso muchos creyeron en Jesús.
Los judíos removieron la piedra, pero que persona o que situación podrá remover la piedra de la incredulidad de los hijos de Dios? es más duro remover la piedra de nuestras vanidades, de nuestro orgullo, de nuestros egoísmos e impurezas, porque sabemos que dentro de nuestro corazón, vamos a encontrar algo pútrido y maloliente, algo que ya creemos muerto, pero es allí donde el Señor muestra su gloria y su poder y nos levanta de la muerte en que dormíamos.

Este texto nos enseña que nunca podemos dar nada por muerto ni en nuestra vida, ni en la vida de los demás, que nosotros como misioneros del Señor simplemente obedecemos lo que él nos ha mandado hacer,” el maestro está aquí y te llama”, debemos ser obedientes a pesar de que nuestra lógica humana nos señale lo contrario, aquellos hombres confiaron en el Señor y obedecieron, quizás ellos e incluso podían estar sujetos a la burla o al desprestigio, pero oh sorpresa, Jesús con toda fuerza y convicción hizo levantar a Lázaro de entre los muertos.
Dios sigue llamando a sus hijos desde afuera de la tumba de su pecado, y ¿por qué lo hace? para resucitarlos a una nueva vida, porque para él no hay nada imposible Luc 1,37. Solo aquellos que están más cerca del Señor fuera de la tumba del pecado pueden ayudar a remover la piedra, remover los obstáculos que les impiden a los hermanos encontrarse con Jesús. El misionero hace lo posible (remueve la piedra del desamor) y Jesús hace lo imposible (levantarlo de la postración del pecado) simplemente hay que quitar la piedra, para que Jesús entre al corazón de tantos hombres y mujeres y así logre resucitarlos.

Hoy en nuestra actualidad, hay muchos muertos por el pecado, y muchos han sido testigos de las tumbas donde Dios los ha sacado, donde parecía que nada se podía hacer por ellos, Cristo levanta su voz poderosa y amorosa y levanta de la tumba los que yacían en el lecho de la muerte.
Que texto tan espectacular, tan emocionante. Enciende nuestro corazón con el don de la fe, donde nuestro Señor nos hace participes de este gran milagro, darle vida a un alma que yacía muerta por el pecado.

Esa es la verdadera fe del cristiano, no solo creer en el Señor y seguirle , sino también creerle de verdad, él nos llama a que demos pasos agigantados en la fe, que no seamos cobardes , ni incrédulos, pues él lo puede todo, y toda nuestra vida está en sus manos, dice la escritura , que hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados, y que el cuida de nosotros , solo hay que buscar el Reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura. El fruto de la fe es la conversión de muchos, pidámosle pues al Señor fuerza y valentía para remover muchas piedras, para que otros puedan creer que él está vivo y que sigue siendo el mismo hoy y siempre.
Por último, este texto nos invita a revisar que actitudes asumimos frente al dolor, la tristeza, la amargura, el sufrimiento, la muerte. Podemos llorar por que es humano, pero no debemos desfallecer ni dudar, pues sabemos de antemano que Dios está ahí acompañándonos y permite males en nuestra vida, para sacar un bien mayor de todo lo que nos acontece.

Este pasaje bíblico me compromete hacer una mujer de fe, una fe confiada e intrépida, una fe que transforme mi propia vida y la de mi prójimo. El segundo compromiso es hacer memoria de aquellos seres queridos que ya murieron, para que el Señor los lleve a disfrutar prontamente de su presencia.

Que al final de nuestra existencia podamos decir como Tomás, llamado el Mellizo, "Vayamos también nosotros a morir con él".

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