Que fácil es, Señor, pedir que me traten de esta u otra manera, que fácil es querer ser tratada como reina, como la flor más delicada a la cual se debe cuidar y tocar con amor sin maltrato alguno para no ser destrozada, pero, acaso eso hago yo también con mi hermano?, sería justo que yo pidiera ser tratada bien cuando no tengo en cuenta que así como yo, los demás también añorarían eso. Que ciega y que poco te imito Señor, Tú siendo todo un Rey, el Dios y dueño de TODO EL UNIVERSO, te hiciste pequeño, te hiciste nuestro servidor y yo queriendo ser servida, quién soy para pedir eso sabiendo que Tú no lo hiciste, por el contrario nos dices: “…no vine a ser servido sino a hacerme vuestro servido…” es así llegan a ser grandes en tu reino los pequeños, esos que caben por la estreches de la puerta que conduce hacia Ti. Aquellos que buscando abajarse para llegar a tener la estatura necesaria para pasar esta puerta tan bajita y que a imitación tuya hacen lo posible por ver en el otro tu rostro y servir con el amor que te mereces y con el cual ganaríamos totalmente tu Sagrado Corazón.
Decía un santo “la puerta que conduce al cielo es bajita sólo los humildes caben por ella”, es tan bajita y estrecha esta puerta que es muy difícil verla y cuando se logra ver es necesario despojarnos de TODO para atravesarla, pues es necesario que el grano de trigo sea molido para convertirse en el pan que alimentará a los que tienen hambre de vivir eternamente.
Cuántos bienaventurados hay junto a Ti, Señor que supieron agacharse de tal manera que lograron llegar a la estatura necesaria para pasar a gozar de la Vida Eterna; y cuántos más aquí abajo que la están alcanzando…Oh Madre! María, Tú sí que supiste cuál era la medida exacta para atravesar esta puerta que tu amor y entrega por conseguirla era tal que llegaste a obtenerla con prontitud. Enséñame Madre la forma de adquirir esta estatura para atravesarla un día y así gozar junto a Ti de la Vida y el Amor. Amén
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