09 junio, 2010

Miércoles 9 de mayo de 2010. Mt 5, 17 GL

Dios no se equivoca. Dios no es como nosotros que tendemos a improvisar en nuestras decisiones y dejamos al tiempo que haga lo demás. Dios es perfecto y todo lo que él hace también lo es. Es por esta razón que la Ley revelada por Dios a los hombres también es perfecta.

El problema es que los hombres interpretamos lo que Dios nos ha revelado de una manera imperfecta; por lo cual, es necesario que el mismo Dios nos dé la plenitud de la Ley. Jesucristo vino al mundo a perfeccionar la Ley, no a abolirla o suprimirla, porque es perfecta. Si Jesús hubiese venido a suprimir la Ley, sería porque ella estaba imperfecta y eso no puede suceder.

Por lo tanto, es necesario recurrir siempre a Cristo para que nos perfeccione. La perfección es una de las vías de Santo Tomás de Aquino para demostrar la existencia de Dios. Nada puede ser perfecto si no se acerca a una fuente de perfección, es decir, nada puede ser bueno si no se acerca a la bondad; nada puede ser bello sino se acerca a la belleza. Nada puede ser perfecto si no se acerca a Dios: la perfección. Entonces, si hay algo bello es porque hay belleza, y si hay algo perfecto es porque existe un ser perfecto-absoluto: Dios.

Ahora, si nosotros queremos ser Santos, si queremos ser buenos, si queremos ser perfectos, debemos acercarnos a la fuente de todas estas cosas, es decir: a Dios. En la medida que nos acercamos a la fuente podremos beber más copiosamente y alcanzar la meta planteada.

¿Cómo nos acercamos a Dios? Por medio de la oración. Sin oración no hay acercamiento. Pero la oración no es solo rezar o ir a una capilla; la oración también es trabajar (cuando se hace oración). Decía Santa Teresa de Ávila: «trabaja con ahínco y lavando ollas encontrarás a Dios».

Jesús: enamóranos de tu presencia Eucarística, como María. Enamorados del Santísimo nuestra vida cambiará totalmente.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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