«No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan». Entonces ¿por qué tenemos que pedir?, es más ¿por qué el evangelio de Juan siempre está invitándonos a pedir?
¿Qué tal que Dios nos concediera todo lo que necesitamos sin nosotros pedirlo? Seríamos más malagradecidos aún. Veríamos a Dios solamente como un «papá cajero» que nos da lo que necesitamos.
La verdad es que Dios quiere que lo veamos como un papá, quiere que lo tengamos en cuenta y recurramos a él, no porque quiere sentirse papá, sino porque quiere que nos sintamos hijos. Dios no necesita de nosotros, pero sí sabe que nosotros necesitamos de él.
Recurrir a Dios y pedirle es decirle «Señor tú eres mi padre y a ti recurro en mis necesidades». Acercarse a Dios para pedirle es humillarnos ante la omnipotencia divina y reconocer que no podemos por nuestros propios méritos hacerlo todo. Acudir a Dios para pedirle es confiar en él, confiar en que nos escucha, es alimentar la fe.
Después de esto puedo decir, sin temor a equivocarme, «gracias Señor porque a veces "no me escuchas"».
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
Gabriel López
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