No se inquieten por su vida pensando en qué van a comer, ni por su cuerpo pensando con qué se van a vestir. ¿Por qué somos tan superficiales? ¿Por qué razón somos tan dados a quedarnos en lo exterior y no en lo que verdaderamente importa?
Siempre estamos juzgando por nuestros sentidos; siempre estamos pensando en material; siempre estamos preocupándonos por lo efímero y aquello que es lo más importante queda relegado a un lado.
Miremos las aves del cielo, no cosechan, no se preocupan y nuestro Padre las alimenta a diario. Y nosotros que valemos más que los pájaros pensamos que Dios no nos va a alimentar.
¿Por qué somos tan desconfiados?
Aves del cielo, bendecid al Señor y enseñadnos a alabar a Dios, puesto que el Creador os ha dotadon con tal humildad y sencillez.
María, mansa paloma, tú eres como las aves del cielo, que simpre está alabando al Señor y tus labios siempre están alabándolo.
Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.
Gabriel López
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