03 octubre, 2010

Domingo, 03 de octubre de 2010. Lc 17, 5-10

Los apóstoles piden al Señor: «Auméntanos la fe», como suplicándole que les agrande la fe que tienen, sin embargo el Señor les responde pidiéndoles una fe tan grande como un granito de mostaza, es decir, para los ojos de Dios la fe grande es la fe del humilde, del que nadie nota, por eso, la suplica podría ser: Señor danos una fe pequeñita, una fe humilde, que no alardee de los dones, sino que los ponga al servicio; que no pida gracias para sobresalir, sino para disminuir mientras Tu, nuestro dueño, creces en todos los corazones.



Además, como decía un sacerdote hoy: “en este evangelio, el que se resalta es el siervo”, porque es quien sirve a su amo con alegría, porque ama su labor, no se revela con las ordenes dadas, porque es un verdadero servidor, que por lo menos hace lo que tiene que hacer…

Pero, ¿en qué se relaciona el servicio a nuestro Dios con la fe del tamaño de un granito de mostaza?



Para intentar meditar, necesariamente tenemos que recurrir a Ti Virgen María, esclava y reina, Señora de fe y humildad, pues en ti vemos, que al querer ser pequeñita, Dios hace proezas en Ti, porque al ser movida por el amor y la caridad, mi Jesús, no te negó el milagro en Cana. Oh Señora, edúcanos en tu escuelita de amor, en tu compañía maternal, particípanos de tu fe y humildad todos los días, para servir y amar perseverantemente, sin reserva alguna y a pesar del cansancio.

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