Jesús predicaba, ¿Cómo serian sus palabras? ¿Cómo seria su mirada? Pues si al escuchar grandes predicadores hablar de Él, nos conmovemos; si nos mueve alguien que recién empieza su proceso de conversión, ¡Cuánto más el mismo Dios! con razón esta mujer sentía que estas palabras eran La Verdad, que era La Palabra hablando, enseñando…
Sin embargo, el Señor nos conoce también a las mujeres que sabe que podemos quedarnos en sentimientos, en lo exterior, en las apariencias, por eso es que le dice: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Mamita María, mujer del Fiat, tu que permaneciste firme en la fe, que eres grande porque eres una sola con Jesús, una sola carne, un solo corazón, hoy te imploramos nos des la gracia de escuchar al Señor, de focalizar nuestra atención en Él y que movidos, motivados por su extraordinario plan de Salvación, actuemos conforme a su Divina Voluntad.
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