30 octubre, 2010
Purificar la intención
Aunque vemos a los fariseos como los malos del paseo y como personajes muy lejanos, muchas veces nosotros nos comportamos como esos fariseos: Buscamos lo mejor, en todo, tenemos deseos de vanagloria, queremos que nos vean, nos gusta que nos elogien por lo “buenos” que somos; y de esta manera nos llenamos de soberbia.
Pero que diferente es la humildad, esa que siempre purifica la intención, que tiene el mínimo interés personal, que siempre está buscando el bien del hermano por encima de cualquier bien personal.
Madre de misericordia te pedimos que por la gracia de nuestra consagración nos regales una verdadera pureza de intención y un espíritu de celo apostólico que nos lleven a negarnos a nosotros mismos siempre por amor a las almas. Que nunca busquemos ser reconocidos sino llevar almas a ti para que tu las lleves a Jesús.
En el corazón de mi Madre, la Iglesia... ¡Yo quiero ser el AMOR!
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