«Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán»
No es suficiente intentar entrar, ¡hay que esforzarnos! Esto implica poner todas las potencias del alma, toda mente, todo el corazón y todas las fuerzas en buscar alcanzar el Reino, pues Dios es lo único que vale la pena ganar en la vida.
Amado Señor, desde ya nos permites participar de tu Mesa, de la Eucaristía, y aun no somos santos, no te amamos como deberíamos corresponderte, por eso rogamos a quien te valora como te lo mereces, a quien te ama profundamente, pedimos a la Virgencita que su amor inunde nuestro corazón, para amarte como ella te ama, para amarte con su corazón, y así nuestros pensamientos te pertenezcan, nuestro corazón, nuestra propia vida, y perseverando en el refugio del corazón inmaculado, podamos gozar eternamente contigo en la Gloria de Dios. Amén
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