30 octubre, 2010

Sábado, 30 de octubre de 2010. Lc 14, 1. 7-11

«Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.»


Es impresionante que el Señor se meta en cueva de lobos, donde la pretensión de los fariseos era espiarle, era observarle disimuladamente para ver su caída, pues sabemos que no le querían, pues Dios les aterrizaba, les bajaba de la nube que se habían formado en la cabeza, les mostraba el impedimento que tenían para amarle ¡me encanta la sinceridad del Señor!


Vemos también que es tanta la ceguera de la soberbia, que los fariseos no solo buscaban ver caer a Jesús, sino que en su corazón estaban preocupados por escoger los primeros puestos, tanto que en realidad ¡no podían conocer el Verbo hecho carne!, no podían ver a Jesús, no podían trascender en su divina Persona, y es tan lindo el Señor que quiere expresarles que por andar buscando privilegios se quedarían sin participación en el banquete, pues son mandados para atrás en el Reino de Dios, Él quería que se preocuparan por sus almas, por agradarle.


Santísima Virgen María, muéstranos y quítanos las vendas de la soberbia que nos impiden reconocer al Señor, ayudanos a desear que Él, quien nos convida, se dirija hacia nosotros y nos invite a su Mesa, que sea Quien verdaderamente busquemos agradar. Amén

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