Definitivamente las pruebas y contrariedades de la vida no son impuestas por Dios, pues Él es un Padre amoroso, sin embargo permite que pasen para que descubramos la necesidad de la conversión, pues “castigo de pocos es escarmiento de muchos”
Mi Señor, ¡cuánta paciencia has tenido con nosotros! Muchos en nuestra condición ya serían muy santos, pero sabes que estamos hechos de barro y somos frágiles e inconstantes, por eso nuestra humanidad corrompida se llena de esperanza al mirar a la Estrella, a nuestra Señora, y sabemos que con su ayuda podremos tener un cambio radical, transformándonos en ti.
Te imploramos una verdadera devoción a su corazón inmaculado, y por intercesión de Monfort, te pedimos arranques de nosotros cuanto no pertenezca a tan augusta Reina, pues si no es digno de Ella tampoco es digno de Ti. Amén.
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