04 abril, 2010

Domingo 4 de abril de 2010. Jn 20, 1-9

La primera persona que se encuentra con la realidad de la resurrección de Cristo fue María Magdalena. Esta mujer representa a todos los fieles laicos del orbe, los cuales, muchas veces se encuentran con Cristo de una manera especial, bien sea por medio de la conversión o de alguna manifestación divina. En todo caso, al igual que María Magdalena, es necesario recurrir primero a Pedro —la cabeza de la Iglesia— para que "confirme", por la potestad que Dios le dio, lo acontecido.

En el mismo evangelio vemos cómo Juan, que llegó primero, permitió que Pedro entrara en primer lugar al sepulcro. ¡Primero debe entrar Pedro; después nosotros! Porque la Iglesia tiene la potestad para discernirlo todo.

María fue la primera que vio, pero su juicio era errado. Ella creía que se habían robado el cuerpo de Jesús, en cambio Pedro y Juan vieron el sepulcro vacío para luego comprender que Jesús había resucitado.

Nota curiosa: ¿Por qué el evangelio de Juan sólo hace mención de María Magdalena y no de las otras mujeres que nombran los sinópticos? San Agustín responde:

De cons. evang. 3, 24. No cabe duda que María Magdalena era la que más fervientemente amaba al Señor de entre todas las mujeres que habían amado al Señor; de modo que no sin razón San Juan haga sólo mención de ella sin nombrar a las otras que con ella fueron, como aseguran los otros evangelistas.

Por otro lado, ¿no te has preguntado qué pasó con los otros discípulos? San Gregorio responde:

In Evang. hom. 22. Aquellos, que amaron más que los otros, corrieron más; a saber, Pedro y Juan. Por eso sigue: "Salió, pues, Pedro y el otro discípulo".

Y para terminar, ¿Te has preguntado qué significan los lienzos y el sudario? San Juan Crisóstomo nos dice que son una prueba de la resurrección porque:

in Ioannem, hom. 84. Esto era prueba de resurrección, porque si alguno lo hubiera trasladado no hubiera desnudado su cuerpo. Ni si lo hubieran robado, los ladrones no hubiesen cuidado de quitarle y envolver el sudario poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubieran tomado el cuerpo como se encontraba. Ya había dicho San Juan que al sepultarle lo habían ungido con mirra, la cual pega los lienzos al cuerpo. Y no creas a los que dicen que fue robado, pues no sería tan insensato el ladrón que se ocupara tanto en algo tan inútil.

Todo por la Inmaculada, nada sin Ella.

Gabriel López

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