02 abril, 2010

Viernes Santo, 02 de abril de 2010. Juan 18, 1-40. 19, 1-42

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

Es imposible lograr comprender tan grandioso misterio de amor, el misterio donde Nuestro Señor padece y muere para darnos la Vida, por eso de manos de la Virgen María y como lo recomiendan los santos, meditemos la pasión, elevando nuestra alma al arrepentimiento sincero y experimentando el amor de Dios.

Si realmente queremos perseverar en el camino de conversión debemos ver reflejada la pasión de Jesús en nuestras vidas, debemos comprender que este no es un acontecimiento de hace 20 siglos, sino que se renueva en cada instante, que se consume en cada Eucaristía, da sentido a nuestro ser, pues vemos a Dios que muere por amor a ti y a mí, no por lo que somos, sino a pesar de lo que somos, hemos quedado a deuda con Dios, jamás podremos compensar que nos haya dado tanta dignidad: ¡ser hijos de Dios!

Hoy bebamos el cáliz con Jesús, no peleemos con espada como lo intentó Pedro, sino que con las llagas de nuestras rodillas, con la oración, con la escucha atenta de la voz de Dios, con la defensa de la Verdad, con el trabajo de nuestras manos, con nuestra voluntad, con nuestros sacrificios diarios y en comunidad ya no gritemos crucifícalo, sino que elevemos nuestras voces en pos de la Vida, de la Verdad, del Amor, defendamos y luchemos por nuestra Iglesia Católica, por nuestros sacerdotes, por los sacramentos, por la Virgen María!

Jesús fue puesto en un sepulcro nuevo, así mismo como fue engendrado en las entrañas inmaculadas de la Virgen, para Él debe ser reservado todo, lo mejor, que en esta semana santa, también tenga lo mejor de nosotros, que sea todo para El Todo, quien nos da Todo.

Madre María, Virgen Dolorosa, enciérranos a tu corazón para ser fieles hasta la muerte, hasta la cruz, para sufrir con Cristo y resucitar con Él.

Jessica Restrepo

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